Hace ya años que vengo prestando atención a los movimientos evasivos que hacemos en las relaciones. Todas las maneras que tenemos de evitar el encuentro. Es necesario cambiar el punto de foco: la persona está evitando el encuentro con el otro, sí, y en la base, esta la evitación del encuentro consigo mismo . Nos distraemos. En esta evitación, buscamos personas que “nos salven”. ¿De qué? De la soledad, del vacío interior, del dolor. ¿Cómo nos salvan? Pues deteniéndonos “en lo nuevo y bonito” que nos sucede, distrayéndonos de lo que hay debajo. Y caemos una y otra vez en la trampa de creer que está vez es distinto, que esta vez, el amor, la fluidez, la espontaneidad, el calor, etc.… que siento con la persona nueva, me permitirán hacer las cosas de otra manera. Y así seguir huyendo del contacto con mis dificultades y mi vacío. Pero no. Nunca será distinto con otro si yo estoy sin recursos para sostener mi vacío. La evitación es un daño que encarna dolor y sufrimiento. La honestidad d...
Psicóloga (Col. Nº G - 4629)- Psicoterapeuta Humanista