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La importancia del apoyo emocional en el Puerperio




Este es un período desconcertante para muchas mujeres en el que nos vemos sumidas en un sinfín de situaciones físicas, emocionales y relacionales.
Lo que llamamos puerperio es una etapa de maduración que dura desde el nacimiento del niñ@ hasta su individuación y su nueva salida al mundo. Por poner un tiempo aproximado, esto sería desde el nacimiento hasta los 2 años aproximadamente.
Por mi orientación personal y profesional, hablar del puerperio es de lo que no se ve y que es tan real como lo que se ve. No porque nos lo imaginemos, sino, porque vemos los efectos que produce. Pero hablar de lo que aparece en el puerperio, de lo que no se ve, nos lleva a mucho tiempo atrás, ya que lo que no se ve, viene con nosotras desde hace tiempo.

Nosotras niñas

El proceso de maduración evolutiva de niñ@ a adult@ en nuestras actuales condiciones socioculturales conlleva, en mayor o menor medida, cierto oscurecimiento del contacto con nuestro núcleo amoroso, con nuestro Ser quienes somos.

Este oscurecimiento es consecuencia de nuestro carácter. El carácter es la armadura que fuimos creando básicamente frente al dolor de la carencia amorosa. Esta armadura inhibe la espontaneidad del Ser nosotras mismas. Es nuestra máscara.

Mientras nos fuimos creando esta armadura fuimos perdiendo Confianza. Sin embargo, nuestra salud psico-emocional se apoya sobre el Sentimiento Básico de Confianza (en la existencia, en el sí mismo y el medio, en mi individuación,  en la socialización,  en la entrega y el compromiso con otro).

"Este Sentimiento de Confianza se desarrolla paralelamente, y en una relación de retroalimentación recíproca, a la maduración somática y psico-emocional del niñ@ durante los primeros años de vida. Favorecer el desarrollo de la Confianza Básica y su arraigamiento es favorecer un crecimiento saludable y minimizar la posible, e indudable, distorsión perceptiva del carácter" nos explicita Juan Jose Albert.

En nuestra biografía personal hemos vivido, en mayor o menos medida,  un daño relacionado con el apoyo necesario para poder realizarnos plenamente, con Confianza Plena. Por lo tanto, en nuestro camino de evolución, solemos encontrarnos nuevamente con dificultades no resueltas en etapas anteriores.

Las diferentes CRISIS VITALES son puertas donde se abren heridas, nuestras dificultades personales e interpersonales y cada una de ellas es una oportunidad para sanar y crecer. Estas puertas se abren en nuestra armadura, dejándonos vulnerables a emociones y actualizaciones de situaciones sin resolver.

Hay algo que es necesario destacar desde el principio:

1.  1.Que no es posible trabajar sobre el pasado, pero si es posible trabajar en el presente con lo que se va activando de nuestra estructura inmadura.

2.  2. Sea lo que sea que hayamos vivido: Siempre podemos reparar

Una de estas crisis vitales donde se abren “puertas” es el parto.

La maternidad es un proceso de apertura, la posibilidad que da la vida de flexibilizarse y abrirse tanto en el plano físico como en el emocional. Es la oportunidad de renovarse.

Cambian muchas cosas: el cuerpo, la relación de pareja, la sexualidad, el deseo, la relación con el trabajo, con la propia familia, etc.

Por esta Gran Puerta se abren:

1.      El encuentro con las heridas propias

2.      El encuentro con el bebé

3.      El encuentro con nuestro ideal de madre y la realidad de las posibilidades

Cruzar esta Puerta, afrontar esta revolución, es un acto de coraje que requiere conciencia, preparación, apoyo, acompañamiento y comprensión de parte de la mujer y de quienes la acompañan.

Sin embargo, muchas veces llegamos a este momento sin conocer nuestra estructura emocional (como decíamos antes, en mayor o menor medida, dañada). Estemos conscientes o no, sucede. Y así llegamos al puerperio.

1.      El encuentro con las propias heridas
Si hasta el momento del parto no hemos tenido ocasión de conocer nuestra armadura, sombra, carácter, rasgo personal (como cada uno lo quiere llamar), el puerperio será un buen momento para poder verla, ya que aparece sin más. Una  oportunidad de apropiarse y ponerle nombre. 

Nadie conoce lo desconocido, pero si existen caminos que nos ayudan a recuperar esa confianza básica para entrar en lo desconocido. Aunque después de parir hagamos el intento de volver rápidamente a lo de antes, de volver a la “normalidad”, la marea que se mueve no para y es demasiado el esfuerzo para ir en contra de lo que sucede. Podemos pasar de la paz a la desesperación con rapidez, por ejemplo, y esto sucede más allá de la madurez, ideas previas, etc. 

La armadura se abre y emerge lo pendiente lo queramos o no. Y aquí, tratar de estar a la altura es uno de los mayores esfuerzos que hacemos y uno de los caminos por el que nos despistamos. Tenemos que ser buenas mamás, que estas cosas no nos pasen, estar tranquilas, en paz, ser tiernas, dar la teta a demanda, etc. etc. etc.… Aprisionarnos en los deberías es cerrarnos la puerta a nosotras mismas y al encuentro con el bebé.

2.      El encuentro con el bebé:
Cuando el bebé llega a tus manos y se encuentran, se encuentran ya dos historias, ya que el bebé ya trae su historia: su concepción, gestación y nacimiento…

El bebé deja de ser una imagen construida para ser él mismo frente a nosotras

Estamos a flor de piel y cuando esta “piel” está dañada estamos más sensibles. Estas capas de piel son la membrana física, emocional y mental. Al estar dañadas caemos en el riesgo de confundir lo nuestro con lo del bebé. Proyectamos. Proyectar es un mecanismo, es un recurso de nuestra armadura para no ver (ni lo propio ni lo ajeno) lo que no nos gusta o lo que nos sacara de nuestra zona conocida. 

En la primer etapa de vínculo nos iremos conociendo y acomodando, entrando en sintonía. La nueva mamá quedará disponible para el bebé y se retirará del mundo de la superficie durante un tiempo. Esta sintonía se produce a través del contacto físico y emocional con el otro. Y es importante destacar que si la mamá no está en contacto consigo misma, no podrá estar en contacto con el otro. La falta de contacto consigo misma es lo que genera un vínculo de inseguridad. Por ello, todo lo que la ayude a la mamá a estar en contacto consigo misma será un recurso básico para poder desarrollar un vínculo seguro con el bebé

 El encuentro con  la madre interna:
Convertirnos en madres nos lleva directamente a la vivencia de referencia: nuestra propia madre. Y todos los temas pendientes en la relación la madre se harán presentes. Si mi madre fue maravillosa, yo seré igual que ella (perdiendo mi singularidad), si mi madre fue terrible, nos subimos en querer ser mejores que mamá, y un largo etcétera de posibilidades. Y no sólo aparece la herida con la mamá biológica, sino y fundamentalmente, con nuestra capacidad de maternarnos. Nuestra capacidad de ser madres de nosotras mismas. La función materna nos deja un legado de conexión y conciencia con nuestro propio cuerpo y nuestras propias necesidades, con la posibilidad de sostenernos a nosotras mismas. Si nuestra función materna está dañada, estas dificultades se harán evidentes con nuestra propia vivencia del puerperio y al mismo tiempo, con el bebé, en quien vemos también a nuestro bebé interno.

Como no podemos dar lo que no tenemos, el trabajo con la madre interna es siempre un regalo para nosotras y para nuestros hijos.

En síntesis, la vivencia de la maternidad estará marcada por nuestra biografía, el parto, la relación de pareja, la red familiar y social, la situación laboral, geográfica, cultural… por ello cada una lo vive de manera singular.

Esta revolución que vivimos en el puerperio, este movimiento caótico, de contacto con necesidades nuevas… y todo lo que fuimos nombrando, es un período donde necesitamos apoyo. Así como nos preparamos para recibir el bebé a nivel material, es necesario prepararnos emocionalmente.

Cuando tomamos conciencia de que lo que va a suceder, conocernos es el mejor recurso que podemos tener para afrontar nuestras experiencias. 

¿Cuáles son los diferentes espacios donde puedo pedir apoyo?

Actualmente en torno a la maternidad y la crianza se están abriendo muchos espacios de apoyo. Las Doulas, los grupos de crianza, los grupos de lactancia, los grupos de mujeres, los psicoterapeutas… muchos profesionales de diversas áreas están disponibles.

Las mujeres estamos recuperando la importancia de estar en contacto con otras mujeres de la “tribu”. Este contacto con lo que llamo la “tribu” es importante en relación a que la mujer tenga figuras de referencia y experiencias en las que basar su confianza en los procesos femeninos. 

Ya sabemos cómo antiguamente las mujeres estábamos ocupándonos de “cosas de mujeres”: los rituales relacionados con  la menstruación, la sexualidad, los partos, la lactancia, la crianza… 

Los Grupos de apoyo (Crianza, Lactancia) hacen la función de compartir experiencias de referencia.

La Doula acompaña de manera más personal en el proceso, brinda información y ayuda de acuerdo a su formación profesional de base. Facilita que la madre  "se conceda a sí misma todo el valor y todo el protagonismo, que se haga dueña y responsable de su propia maternidad", según lo expresan en su código formativo.

Los Grupos de Mujeres son espacio de apertura y trabajo con las emociones más allá de la maternidad, aunque lo integra.

Los Terapeutas son personas que acompañan y ayudan en la toma de conciencia de las dinámicas subyacentes al movimiento emocional y relacional del puerperio, creando un mapa personal que nos ayuda más allá de la vida maternal.

Tienes alternativas. Busca lo que necesitas. Siempre es un buen momento de recibir apoyo.


Si no es ahora, ¿Cuando?, si no eres tú ¿quien?, si no es aqui ¿Donde?

Si lo necesitas, ponte en contacto conmigo: 679 471 296






Comentarios

  1. Me encantó que el puerperio fuera mirado desde la perspectiva psicológica, desde el emerger de nuestros miedo y no sólo de la organización cotidiana, se agradece el matiz diferente.

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