El símbolo del plato en una relación es el lugar donde uno comparte lo que nutre.
La responsabilidad de
asumir las consecuencias de nuetros actos nos lleva a poder ver al otro... Si
te daño, de alguna manera me estoy dañando... Estoy rompiendo el vínculo, la confianza, el cuidado...etc... lo que nutre una relación.
Y cuando uno Ve el daño
que causa con los ojos bien abiertos, el corazon se abre y duele. Aqui es donde
la responsabilidad tiene lugar...
Cuando uno pide perdón, le sigue pidiendo al otro que nos diga que somos buenos.... que el otro nos mire con buenos ojos.
Lo mismo cuando se habla de perdonarse a sí mismo... se corre el riesgo de confundir que somos buenos e inocentes con la irresponsabilidad de las consecuencias de nuestros actos. Consecuencias para nosotros mismos y para el otro.
Cuando uno causa y se causa daño y se da
lugar a verlo con detenimiento surge el dolor y el arrepentimiento. Y aqui lo importante es mirar con detenimiento... mirar lo que hago, lo que le hago al otro, lo que me hago a mi mismo... cómo lo hago, para qué lo hago... Sin una mirada detenida el arrepentimiento no es una puerta real que nos abre a una experiencia diferente sino, una excusa para pasar por alto la resposabilidad y volver a repetir.
Y sólo a partir de allí se puede abrir a reparar... el arrepentimiento no es en sí la reparación, sino la puerta de conciencia que se abre en el cuerpo para darnos el permiso a la ternura y el coraje de no repetir. Y esto es un compromiso que merece esfuerzo, porque uno necesita ponerse a favor de frustrar en sí mismo la propia compulsion enceguecida. Uno tiene que decirse a sí mismo NO, ponerse un límite y jugar a favor del amor por uno mismo alimentando lo que deja el corazón en paz (aunque dolido).
Y sólo a partir de allí se puede abrir a reparar... el arrepentimiento no es en sí la reparación, sino la puerta de conciencia que se abre en el cuerpo para darnos el permiso a la ternura y el coraje de no repetir. Y esto es un compromiso que merece esfuerzo, porque uno necesita ponerse a favor de frustrar en sí mismo la propia compulsion enceguecida. Uno tiene que decirse a sí mismo NO, ponerse un límite y jugar a favor del amor por uno mismo alimentando lo que deja el corazón en paz (aunque dolido).
La reparación después de un daño es algo que no sucede con el paso del tiempo, aunque se necesita tiempo para reparar. La responsabilidad es lo que nos da la fuerza para ir en busca de nuestra arcilla (lo que queremos) y usar las manos (la voluntad y acción) para moldear un nuevo plato del que volver a nutrir la relación con el otro... y desde allí la relación con uno mismo.
Y siempre insisto en mi consulta y mis talleres... en que la reparación es posible... con conciencia y responsabilidad cotidianas... una y otra vez... hasta reconstruirnos en la confianza que despliega nuestras alas.
Comentarios
Publicar un comentario